Las parejas que nunca discuten existen, de hecho muchas parejas presumen de no discutir. Estamos de acuerdo en que vivir en una relación en la que el conflicto aparece continuamente no es sano, ni agradable, ni deseable…pero ¿es lo ideal que nunca haya discusiones?.
Regular el enfado.
El enfado es una emoción natural, muy maltratada por la nula educación emocional que recibimos, ya que lleva la lacra de ser algo a evitar, en algunas ocasiones ocurre al contrario, siendo la ira (expresión del enfado) signo de carácter fuerte y gran personalidad.
Pues ni una cosa ni otra.
El enfado aparece cuando hay una situación que nos molesta, cuando se traspasan algunos límites o sentimos que se comete una injusticia. Cómo el resto de las emociones, no es objetiva, es decir que sentirla no es señal de que lo que creemos que está ocurriendo esté ocurriendo realmente, pero nuestro cerebro interpreta que debe protegernos de algo y surge el enfado. Físicamente podemos notar presión en el pecho, en el estomago o en la garganta y, dependiendo de nuestra habilidad para regularla, puede transformarse rápidamente en otra emoción como la tristeza, evolucionar en ira, bloquearnos o incluso esfumarse misteriosamente (aunque no para siempre).
La regulación emocional es algo que aprendemos en la infancia y, dado que rara vez el adulto sabe regular sus emociones, tampoco puede transmitirlo al niño. Así que, hoy en día, muchos adultos cuando se enfadan se ponen agresivos, gritan, dicen cosas hirientes…y otros se callan o se van.
Así que tenemos parejas que discuten continuamente, a voces o se dicen cosas horribles, pero también tenemos parejas que cuando se enfadan, se callan. Efectivamente no discuten nunca, pero eso no quita que estén enfadados.
¿Es mejor discutir?.
Es mejor saber regular esa emoción. Es mejor reflexionar sobre lo que nos ha enfadado, tratar de entender lo mejor posible qué parte de ese enfado es responsabilidad de nuestra pareja y expresar nuestra necesidad a partir de ahí.
Quizás no sea la idea de «discutir» que tenemos en la cabeza, pero sí, es sano expresar nuestras emociones y hablar de nuestros límites y nuestras necesidades. Y es lógico que en una pareja que pasar mucho tiempo juntos, que tienen una historia individual y, por lo tanto, pensamientos, valores, ideas, necesidades y límites diferentes, en ocasiones se choque.
Las personas que no discuten en pareja, generalmente tampoco lo hacen en otros ámbitos y prevalece un temor al conflicto que tiene consecuencias en su día a día. Sus límites se ven traspasados continuamente, existe frustración, ansiedad, depresión…impotencia porque parece que no tienen riendas sobre su vida. Si dan con otra persona con limitaciones similares, parece que viven en un oasis sin conflicto, pero es irreal porque el conflicto existe pero no sale al exterior.
Entonces, ¿Qué hago para perder ese miedo?
Intentar racionalizar el conflicto. Adelantarte a las posibles consecuencias y darte cuenta de que, generalmente, no son tan terribles y que además casi nunca ocurre lo peor. Enfrentarte poco a poco a pequeños conflictos, menos emocionales y, sobre todo, analizar de dónde viene ese miedo y resolverlo.
Marta Ibáñez. Psicóloga.