En mi consulta de terapia sexual y de pareja recibo muchas personas preocupadas, entre otras cosas, porque el sexo «ha dejado de surgir». También ocurre que las parejas notan los beneficios de las tareas que les recomiendo pero les preocupa porque, aunque son actividades placenteras, no son espontáneas.
Y yo me pregunto (y les pregunto?); ¿quién nos dijo que la espontaneidad marcaba la calidad del sexo?. Estamos de acuerdo en que es muy divertido que un «polvo» surja de la manera más inesperada, pero ¿realmente se pierde tanta diversión si no es así?.
El mito de lo espontáneo.
No esperamos que satisfacer otras necesidades o deseos surja de forma espontánea. No comemos cuando tenemos hambre, sino que nos ponemos unos horarios y ajustamos en todo caso la cantidad o forma de la comida según la apetencia. Generalmente tampoco dormimos cuando nos entra el sueño, ni quiera nos aseamos tan solo cuando tenemos la necesidad porque nos sentimos sucios. Es cierto que a veces puede surgir una ducha, comida, o siesta espontánea pero tendemos a organizarnos para poder hacer estas cosas, sin esperar a que todas las circunstancias sean perfectamente favorables para ello.
Pero al sexo le exigimos mucho más; que me apetezca a mi, que te apetezca a ti, que no nos apetezca a ninguno de los dos hacer cualquier otra cosa y que sepamos interpretar las señales del otro, o que aparezca un signo inequívoco de que es lo que más nos apetece a ambos. No vale tener que decirlo, porque entonces no es espontaneo.
Que sí, que esto puede pasar y que mola mucho, de hecho todas las parejas evocan a los inicios de la relación como ejemplo de esa espontaneidad. ¿Seguro? No hablaré por tod@s, pero que yo recuerde cuando empiezas a salir con una persona y te ves, pongamos el sábado por la noche, tú ya sabes que va a haber sexo, de hecho te preparas para ello y sabes con seguridad que el otro también. Inesperado, lo que se dice inesperado no es, ¿no?
¿Aun esperas a que surja el sexo?
Cuando decimos que queremos que el sexo surja en realidad lo que estamos pidiendo es que nos apetezca mucho y no haga falta dar grandes señales al otro para que lo entienda, no necesitar ser obvios y que, por supuesto, el otro acepte de forma activa. Lo que no queremos es analizar nuestro deseo y pensar si nos apetece tanto para llevar a cabo un acercamiento con la posibilidad de ser rechazados, o incluso si nos apetece tanto para que a mitad del acercamiento no cambiemos de opinión. Porque eso lleva a sentimientos de frustración, y es lógico.
Lo que ocurre es que ponernos la excusa de que no tenemos sexo «porque no surge», no lleva a nada bueno. Esperar a que surja solo consigue que sigamos esperando, no estamos llevando a cabo ninguna acción. Y cuanto más tiempo estemos sin acercamientos, más difícil será que surja y además aparecerán un millón de actividades alternativas, otras prioridades.
Fijaros cuando surge el sexo, en todo caso, suele ser cuando estamos relajados y ociosos; en vacaciones por ejemplo. Tenemos todo el día para no hacer nada, no hay actividades distractoras y quizás coincidan los deseos y haya sexo espontaneo, incluso más de una vez!
Tristemente no vivimos de vacaciones. El trabajo, las obligaciones, los hijos y todas esas actividades que nos ponemos a diario nos dejan muy poco tiempo de relax. Y cuando llega ese rato de sentarnos en el sofá y no pensar en nada es precisamente lo que nos apetece…nada.
Esto es natural, muy habitual y para nada es de personas aburridas o únicamente de parejas que llevan mil años y han perdido las ganas de vivir. (esta frase no es mía, repetida por varios pacientes, debe ser un miedo común)
Si os sentís identificados con este post os propongo lo siguiente:
Quedad con vuestra pareja un día a una hora, la que os venga bien y os cuadre, pero no os pongáis excusas tipo «a esa hora paseo al perro», que el perro puede pasear 10 minutos antes o después y no pasa nada. Se trata de priorizaros a vosotros como pareja. Pongamos el sábado a las 4 de la tarde, a esa hora os metéis los dos en la cama calentitos y agusto y no podéis salir en una hora entera (o media si veis que no hay forma de encontrar un rato). En esa hora prestaros atención el uno al otro; hablad, haceros caricias, masajes, abrazos o tened sexo. Es la hora de tomar la iniciativa en lo que a cada cual le apetezca hacer, puede ser verbal o no verbal y el otro puede aceptar o rechazar con toda libertad y sin recriminaciones.
Normas:
- Contacto físico obligatorio.
- Móviles y otros dispositivos se quedan fuera.
- No hay televisión encendida.
- Si ocurre algo que os obliga a salir de la cama o veis que no será posible mantener todo ese tiempo, quedad en otro momento.
- Si no encontráis esa hora en toda la semana y eso pasa varias veces, plantearos acudir a terapia de pareja.
Marta Ibáñez Sainz-Pardo
Psicóloga especialista en terapia sexual y de pareja.